El campo del neuromarketing está resultando ser un terreno cada vez más explorado por los marketeros, también en España, donde desde hace unos años es muy fácil oír hablar de él con más o menos acierto.
Y es que desde que los psicólogos de la Universidad de Harvard alumbraran esta término en los 90´s ha influenciado siempre en mayor o menor medida a las siguientes teorías de marketing.
Explicado de manera simple y concisa, el neuromarketing es una disciplina que estudia el comportamiento de los consumidores. El fin del neuromarketing es estudiar cómo reacciona el cerebro ante cualquier estímulo relacionado con la publicidad… ¡y aprovecharlo! De esta manera, desde el marketing será posible generar el contexto adecuado para dirigir al consumidor hacia el objetivo deseado. Es, en definitiva, aplicar la base de la psicología conductual al marketing.
El caso es que el neuromarketing está entre nosotros desde hace bastantes años y es la respuesta a algunas preguntas que todos nos hemos hecho en alguna ocasión: ¿por qué este carro va siempre hacia la izquierda? ¿cómo es posible que huela en esta sección a pan recién hecho si la panadería está en la otra punta del supermercado?. Neuromarketing amig@, neuromarketing. Y esos son sólo alguno de los ejemplos que podemos encontrar en cualquier supermercado. Descubre 10 casos comunes en los que el neuromarketing está presente en nuestras vidas.
#1. El increíble caso de los carros de la compra.
No. No estás loc@, el carro de la compra tienda a girar a la izquierda. La razón que motiva que esto ocurra es que, dado que la gran mayoría de personas son diestras, de esa manera se aseguran de que los consumidores dirijan los carros con la mano izquierda de tal manera que tengan su brazo derecho libre y, puedan coger todos los productos sin problemas.
#2. ¿El agua? Al fondo del supermercado.
Colocar los productos de mayor necesidad al fondo de los supermercados es lo más común del mundo. La razón de que esto sea así, es sencilla: colocando los artículos que sí o sí tendrás que comprar al fondo del supermercado, tendrás que pasar por el resto de pasillos y, así, seguro que acabas comprando o conociendo otros artículos.
#3. El precio de los productos.
Es bastante frecuente que el precio de los productos acabe en decimales como 5, 7 o 9. La razón es que está demostrado que esos son números que instintivamente atraen al cerebro del consumidor. Por otro lado, cuando cualquier precio se muestra con decimales da la sensación de ser más barato que cuando lo vemos con números redondos. Por último, los artículos cuyo precio termina el decimal 7 suelen ser más difícil de comparar con otros.
#4. Por qué huele a pan recién hecho si ni siquiera estoy en la sección de panadería.
El de pan recién hecho es uno de esos olores que sirven para abrir el hambre a la mayoría de las personas y como sabrás, ir a comprar con hambre fomenta que el carro de la compra se llene de artículos innecesarios. Ahí está el por qué de ese olor tan estimulante.
#5. Qué difícil es dar dos pasos seguidos sin parar.
Sospechamos que hasta los reponedores con sus toros mecánicos que rondan los supermercados son meros figurantes. Los supermercados están diseñados para que te cueste dar dos pasos seguidos sin que tengas que parar. La colocación de los pasillos, de pequeños puestos de información, de un carro que parece olvidado…todo, pensado para que pares y aproveches para ver ese sensacional artículo que tienen rebajado.
#6. Vaya musicote, ¿no?.
Tal vez jamás lo dirías pero, lo creas o no, llevas el ritmo dentro. Es sencillo dirigir la velocidad de nuestras compras de acuerdo al compás de la música que suena. De ahí que cuando la tienda está más vacía la música que suena es lenta y, cuando más gente hay en la tienda, más rápido será el ritmo del tema que suene en el establecimiento.
#7. Los productos más caros están a la altura de los ojos.
El primer artículo que nos entre por los ojos será el que más posibilidades tiene de ser adquirido. Eso es así. Parece que denota que somos vagos por naturaleza y no miraremos el resto de los productos del expositor (en muchos casos es así) pero, en realidad, en la mayoría de los casos lo que ocurre es que ese primer artículo que ves es el que usas como producto a comparar con los demás y, así ya parte de una posición privilegiada.
#8. El desorden vende.
Curiosamente, ver artículos de manera desordenada o amontonada nos da la sensación de que están de rebajas, aunque no sea así. De ese modo, a menudo compramos productos que pensamos estarán baratos o rebajados a su precio normal.
#9. La iluminación.
Este es un básico del neuromarketing. Una luz adecuada puede hacer que ciertos productos que no estén en las mejores condiciones parezcan frescos y saludables o que, por ejemplo, una simple caja de bombones parezca el más elegante de los regalos. Todo se debe al juego de luces.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo el neuromarketing está entre nosotros y cómo puedes aplicarlo en tu negocio para seducir a los consumidores. A lo largo de los próximos meses vamos a hablar del marketing sensorial y de cómo podemos hacer uso de él en supermercados, tiendas de ropa, restaurantes, etc…¿conoces algún caso flagrante del uso del neuromarketing que quieras compartir con nosotros? Escríbenos un comentario o publica en nuestros canales de redes sociales: Facebook, Twitter, Google+ y LinkedIn. ¡Y comparte el post!